¿Erógeno? Qué bien suena pero, ¿qué es eso? Muchas veces escuchamos palabras que no sabemos muy bien qué significan, vamos a aprender a qué nos referimos cuando hablamos de nuestras zonas erógenas.
Por erógeno entendemos todo lo que produce o es sensible a la excitación sexual, mmm….ya nos empieza a gustar este término, ¿verdad? Por tanto, está relacionado a la erótica sensual, de los sentidos, también sexual corporal y, por tanto, genital. ¡Pero qué bien suena esto, ¿verdad?!
Tenemos además una buena noticia: cualquier parte del cuerpo de la mujer puede ser una zona erógena. Algunas zonas por una cuestión de mayor sensibilidad física, como suele ocurrir con el clítoris (el rey de las zonas eróticas, por cierto), la vulva, el cuello, los pezones o la cara interna de los muslos, suelen ser zonas erógenas habituales en el cuerpo de la mujer.
Otras zonas erógenas menos habituales, en las que no hay tanto acuerdo entre las mujeres, se deben a una asociación placentera a experiencias eróticas e incluso morbosas. Por ejemplo, ¿tuviste un novio al que le encantaba comer helado sobre los dedos de tus manos o tus pies o susurrarte “guarrerías” sexuales al oído? Si fue así, y te ponía a mil, es muy probable que tus dedos de las manos, los pies y las orejas, se hayan convertido en zonas erógenas importantes en tu vida erótico-sexual. Aunque también son zonas con sensibilidad, no ha sido lo más importante a la hora de erotizarlo y encontrar el placer, cobrando más importancia el contexto erótico, la compañía, la fantasía o el juego y estimulación que se realice con ellos.
Por cierto, si no lo has probado, lo del helado digo, ¡¡no sé a qué esperas!!
Por lo tanto cualquier centímetro de nuestra piel puede llegar a ser erotizada si creamos las condiciones adecuadas de placer y erotismo. Tomarnos tiempo para erotizar nuestros cuerpos con masajes y caricias (podéis encontrar aceites de masaje deliciosos en nuestra tienda) es muy importante para abrirnos las puertas al placer en cada rincón de nuestro cuerpo. Además, nos facilita el “calentamiento” necesario para excitarnos y es un regalo muy placentero el que nos damos, sin necesidad de ir siempre “al grano”. Aunque de vez en cuando también está bien un “aquí te pillo, aquí te mato”, ¿verdad?
Ana Sierra
Psicóloga, Sexóloga y Terapeuta Sexual y de Pareja