Se trata de tres términos sinónimos.
El trastorno de hipersexualidad es el que actualmente se suele utilizar, ya que aparece como tal en el Manual Estadístico y Diagnóstico de los Trastornos Mentales (DSM-IV), aunque Ninfomanía en el caso femenino, y Satiriasis en el masculino, siguen apareciendo en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10).
Como su nombre indica se refiere a un exceso de deseo y excitación sexual, que le lleva a la adicción, esto es, a buscar saciar este deseo impulsivo de manera incontrolable y hasta compulsiva.
Pero, en sexualidad, ¿qué es excesivo?. El deseo es un factor muy personal. Una persona con un deseo bajo habitualmente puede tener una época de mayor deseo sexual, y buscar por tanto mayor contacto genital, y no por ello ser adicto al sexo.
La adicción al sexo, como ocurre con cualquier otro tipo de adicción, implica incontrolabilidad, malestar subjetivo e incompatibilidad con otras áreas de nuestra vida.
Tener mucho deseo no es malo, lo desequilibrante es cuando ese deseo se hace el centro de nuestra vida y domina al individuo. Esta adicción puede conseguir que la persona adicta mantenga relaciones genitales con diversas personas, con las que realmente no quiere acostarse, o que se masturbe de manera compulsiva y sintiendo malestar por ello, pues es consciente de que realmente no es lo que desea.
En la mayoría de ocasiones implica una amenaza al equilibrio vital y familiar de la persona adicta.Generalmente porque desatiende otras tareas por satisfacer su deseo incesante, descuida su familia, su trabajo, amistades y/o pareja, manteniendo generalmente relaciones paralelas y ocultas, que pueden mermar dicha relación.
Puede ocurrir también que su adicción al sexo esté asociada a alguna forma de satisfacción que conlleve un gasto económico importante, como ocurre con la prostitución, el sexo en internet o la pornografía, por ejemplo, lo cual puede conllevar efectos negativos también a ese nivel, haciendo que personas puedan llegar incluso a arruinarse, por satisfacer su adicción sexual.
La adicción por tanto puede ser específica y exclusiva a una forma concreta de satisfacción sexual, como por ejemplo necesitar acostarse siempre con personas diferentes, o con una característica concreta. Por ejemplo prostitutas, chaperos o gigolós, personas ancianas, sólo masturbación, a través de internet, o sexo cibernético o virtual. También puede estar unida a alguna parafilia, como la zoofilia o el fetichismo.
La adicción al sexo se trataría como cualquier otra adicción, por considerarse tal.
Toda adicción se considera un trastorno de ansiedad, con obsesiones y compulsiones habituales e incontrolabilidad, y por tanto se presuponen determinadas carencias personales, muchas veces desconocidas por la propia persona, que se tratan de suplir a través, en este caso, de la conducta sexual, de manera extrema.
Generalmente durante la terapia se trata e encontrar cuáles son esas carencias, para poder satisfacerlas de la manera correspondiente y, de esta manera, no tener que recurrir a otras formas obsesivas, que no las satisfacen realmente.
Lo mejor para conocer si alguien es adicto al sexo es que acuda a un psicólogo o sexólogo que pueda ayudarle a evaluar y reconocer, en su caso, qué es lo que le está ocurriendo.