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Orgasmos “intrusos”: cuando gozar es un problema



Es una rareza, pero a algunas mujeres les pasa: pueden llegar a sentir un orgasmo sin tener relaciones sexuales ni recibir estímulos corporales. Es más, lo experimentan cuando están haciendo cualquier tipo de actividad, para nada relacionada con un encuentro erótico. Ellas padecen el Síndrome de excitación sexual persistente.
Es algo tan curioso y poco explorado (fue descrito por primera vez recién en el 2001), que en España acaban de presentar una ponencia sobre el tema. "Es como si sensaciones intrusas invadieran tu cuerpo y te provocasen orgasmos", definió a Elmundo.es la doctora Francisca Molero, directora del Instituto de Sexología de Barcelona y vicepresidenta de la Federación Española de Sexología (FESS).
También en nuestro país, los expertos se hacen eco del síndrome. “Se define como un estado de tensión genital que puede llegar a un orgasmo, sin que exista fase de deseo previo ni ningún tipo de estímulo erógeno”, confirmó a Entremujeres el doctor Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo.
En base a los casos reportados, el experto nos describe lo que se vive, lo que se siente: “Los síntomas de excitación genital aparecen en forma intrusa e inesperada, mientras la mujer realiza cualquier actividad. Los genitales responden con dilatación vascular, contracción de la musculatura y turgencia de la piel, como si la persona estuviera expuesta a altos niveles de deseo sexual”.
Las causas que llevan a la aparición de este trastorno aún no están definidas. Sin embargo, según Ghedin, se han reportado antecedentes de epilepsia, efectos colaterales de fármacos y enfermedades vasculares.

A muy pocas les pasa
¿Con qué frecuencia se da este trastorno? “Hasta el momento se han reportado, en el mundo, más de 1.000 casos en mujeres que tienen entre 30 y 45 años. Sin embargo, se supone que existen muchos más”, desliza Ghedin.
“No se han elaborado guías o protocolos de trabajo, porque aún se sabe muy poco del trastorno. Tampoco se han establecido criterios específicos para hacer el diagnóstico. A todo esto hay que sumarle la inhibición pudorosa que lleva a ocultar el problema a los profesionales”, agrega. Es que las mujeres que lo padecen pueden sentir vergüenza o culpa, ansiedad, angustia personal e, incluso, depresión.

Del placer al dolor
La idea de tener orgasmos sin sexo puede parecer, a primera vista, placentera. Pero está lejos de serlo: las sensaciones pueden ser tan intensas que provocan dolor y calor excesivo. El trastorno puede darse de forma aislada a lo largo de la vida, pero el problema surge cuando se repite de manera continuada e interfiere en el día a día. 
Según Ghedin, hay que diferenciar el Síndrome de excitación sexual persistente con los trastornos del deseo y del orgasmo. En este caso, el deseo no está alterado (ni en más, ni en menos), y tampoco aparecen disfunciones en el orgasmo. 

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