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“Punto G” masculino: cómo estimular la zona prohibida


¨Hombres eran los de antes”, dicen nuestros padres y abuelos cuando surge algo nuevo. Es que el varón está empezando a aceptar juegos que no condicen con la masculinidad de antaño.
Un ejemplo es el descubrimiento del “punto G” masculino. Es la zona de erotismo superior en lo que se refiere al orgasmo propiamente dicho. Su simple fricción lleva al varón a un éxtasis casi imposible de expresar.

¿No es "de machos"?
Muchos hombres aún se resisten a la idea de descubrir esa almendrita maravillosa. Temen que la exploración los lleve a la curiosidad de desviar su sexualidad. Es un mito, una falsa creencia popular.
Tal vez cuando empiezan a comprender que no son homosexuales por explorar la zona anal, que la homosexualidad tiene otras características, entonces se lamenten el tiempo perdido.

Cómo se estimula
Muchas mujeres dudan cómo acercarse a este punto. Están entre la contradicción que ejerce el hombre negador y la falta de lubricación que dificulta la tarea.
Si querés intentar, seguí estos pasos:
1) Lubricá. Tanto hombres como mujeres tenemos la necesidad de relajar el esfínter anal para favorecer la penetración. Hay que lubricar bien con un masaje, lo que también arrima a una sensación de mucho placer.
2) Acariciá. De a poco, tocá la zona sobre la pared posterior (si el varón se encuentra boca arriba con las piernas abiertas). No es necesario que la caricia sea muy profunda.
3) Buscá el “punto G”. Muy cerca de la entrada podrás encontrar una especie de almendra pequeña. Al frotarla despacio irá dilatándose.
4) Mirá cómo disfruta. La fricción suave lleva al varón a un orgasmo casi inigualable.

Consejos para animarse
Es interesante la experiencia por el tipo de sensaciones que el varón experimenta.
A los más temerosos hay que sacarles de la cabeza que esta situación los llevará a cambiar su elección sexual. No es así. El varón que está bien definido puede gozar de este tipo de estímulos sin temer por su definición.
Pero no podemos juzgar a esos varones que sienten temor. Siempre debemos respetar al otro en sus decisiones sexuales. De nada sirve forzar una situación ya que la psiquis es sabia y el disfrute está condicionado a la aceptación.
La mujer es hábil y siempre encuentra, por medio de la educación, la manera de mejorar el éxtasis de su pareja. Sin la necesidad de exigir, es posible (de a poco) ir estimulando este punto maravilloso que es el edén de los más atrevidos.

Por la licenciada Sandra Lustgarten, psicóloga y sexóloga. 

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