BDSM es la denominación usualmente empleada para designar una serie de prácticas y aficiones sexuales relacionadas entre sí y vinculadas a lo que se denomina sexualidad extrema convencional.
El término se emplea a menudo, de forma equivocada, como sinónimo de sadomasoquismo. En realidad, es una sigla que describe prácticas de sexualidad no convencional, y que da nombre a lo que hoy en día es considerado como una subcultura específica. El BDSM se halla estrechamente asociada con la subcultura leather. El acrónimo está formado por las iniciales de algunas de dichas prácticas:
El término se emplea a menudo, de forma equivocada, como sinónimo de sadomasoquismo. En realidad, es una sigla que describe prácticas de sexualidad no convencional, y que da nombre a lo que hoy en día es considerado como una subcultura específica. El BDSM se halla estrechamente asociada con la subcultura leather. El acrónimo está formado por las iniciales de algunas de dichas prácticas:
* Bondage: B
* Disciplina y Dominación: D
* Sumisión y Sadismo: S
* Masoquismo: M
Bondage (del inglés to bind, maniatar); denominación aplicada a los encordamientos eróticos ejecutados sobre una persona vestida o desnuda.
Los atamientos pueden hacerse sobre una parte o sobre la totalidad del cuerpo, utilizando generalmente cuerdas especiales que pueden encontrarse en cualquier sex-shop, pero también, con cierta frecuencia, cadenas (aunque esto estaría más próximo del BDSM), y, más en general, cualquier otra cosa que pueda servir para inmovilizar a una persona. Con cierta frecuencia, a la persona se le aplica una mordaza.
A pesar de que este tipo de prácticas sólo recientemente se han empezado a recoger en obras de divulgación sobre sexualidad, el deseo sexual ligado a la inmovilización está muy extendido y se conoce desde antiguo, como lo muestran numerosas imágenes de intención aparentemente no erótica. ¿Por qué a algunas personas les atrae el juego de ser atadas? La razón que con más frecuencia se invoca es la liberación de inhibiciones y responsabilidades, en la medida en que confían las llaves del juego erótico a otra persona, que es quien marca las pautas a seguir. La sensación de dejarse llevar, de despreocupado abandono erótico, es para muchas personas altamente gratificante en el plano sexual.
mordaza BDSM
y collar D/s
A algunas personas les atraen también las sensaciones físicas: la presión de la cuerda, la imposibilidad de moverse, el roce o incluso la abrasión producida por la cuerda al desplazarse sobre la piel. Ligado a esto último está también el placer obtenido por la adrenalina que genera el peligro simbólico. Atrae también la sensación de impotencia cuando se hacen intentos por liberarse; a algunas personas les agrada realizar estos intentos mientras son estimuladas sexualmente por la persona activa, aunque el bondage no implica necesariamente contacto sexual.
Los atamientos pueden hacerse sobre una parte o sobre la totalidad del cuerpo, utilizando generalmente cuerdas especiales que pueden encontrarse en cualquier sex-shop, pero también, con cierta frecuencia, cadenas (aunque esto estaría más próximo del BDSM), y, más en general, cualquier otra cosa que pueda servir para inmovilizar a una persona. Con cierta frecuencia, a la persona se le aplica una mordaza.
A pesar de que este tipo de prácticas sólo recientemente se han empezado a recoger en obras de divulgación sobre sexualidad, el deseo sexual ligado a la inmovilización está muy extendido y se conoce desde antiguo, como lo muestran numerosas imágenes de intención aparentemente no erótica. ¿Por qué a algunas personas les atrae el juego de ser atadas? La razón que con más frecuencia se invoca es la liberación de inhibiciones y responsabilidades, en la medida en que confían las llaves del juego erótico a otra persona, que es quien marca las pautas a seguir. La sensación de dejarse llevar, de despreocupado abandono erótico, es para muchas personas altamente gratificante en el plano sexual.
mordaza BDSM
y collar D/s
A algunas personas les atraen también las sensaciones físicas: la presión de la cuerda, la imposibilidad de moverse, el roce o incluso la abrasión producida por la cuerda al desplazarse sobre la piel. Ligado a esto último está también el placer obtenido por la adrenalina que genera el peligro simbólico. Atrae también la sensación de impotencia cuando se hacen intentos por liberarse; a algunas personas les agrada realizar estos intentos mientras son estimuladas sexualmente por la persona activa, aunque el bondage no implica necesariamente contacto sexual.
Practicante de BDSM